Poco a poco parece que los temas femeninos relacionados con la sexualidad están dejando de ser tabú (¡bien!) y es cada vez más normal hablar sin tapujos de, por ejemplo, nuestros ciclos menstruales.
Por que no está demás hablar de ella, y por que, además, tener la regla es tener salud.

Así es, tener la menstruación significa que nuestras hormonas y órganos funcionan correctamente. La sangre que expulsamos (endometrio, para ser concretos) no es sucia. Es más, no sólo no es sucia, sino que tiene todo lo necesario para que nuestro futuro bebé, en el caso de quedarnos embarazadas, obtenga todo lo que necesita para crecer. Interesante, ¿verdad?
Además es importante (¡muy importante!) destacar que el ciclo que tiene cada mujer es particular. Parece lógico pensar que si no hay dos mujeres iguales, no habrá dos reglas iguales… Pero cuando hablamos de duración y frecuencia, parece que necesitamos tener unos parámetros estándar o universales; y no, nada más lejos de la realidad.
Es cierto que hay rangos de normalidad, pero si nos salimos de ellos no quiere decir que necesariamente algo en nosotras funcione mal. Una cosa es el ciclo “que se estudia” en cuanto a duración y frecuencia, y otra es el patrón de sangrado. El patrón de sangrado de cada mujer en tan personal como la propia mujer.
Para tener una idea de lo que es “normal” debemos fijarnos en lo que está escrito en los libros: “(…)tiene una duración aproximada de entre 3 y 5 días en los que se eliminará un promedio de 20 a 60 ml de sangrado, cada 21 a 35 días.” Como vemos, hay ciclos que duran más días, ciclos que sangran más o que ciclos que sangran menos, y lo último, daros cuenta de la franja tan ancha de frecuencia, hay una diferencia de ¡14 días!
Llegados a este punto (espero) ya tenemos claro que:
· Tener la regla es sano
· La “normalidad” es un concepto muy amplio
Pero de una cosa podemos estar seguras: sangrar (más o menos, durante más o menos tiempo), se sangra; y necesitamos algo para recogerla y mantenernos limpias.
La copa menstrual como alternativa a los tampones y a las compresas
Fue en el siglo pasado cuando comenzaron a comercializarse compresas y tampones: una solución mucho más cómoda que las tradicionales prendas menstruales reutilizables que existían hasta entonces. Además, se vendían como una solución para poder mantener una vida normal (volvemos con la normalidad…) mientras duraba nuestro periodo: podíamos salir a correr, de fiesta, andar en bici… ¿os acordáis de los anuncios?

Pero gracias a esa ‘apertura de mente’ de la que hablábamos al principio, y después de años y años estancados en tampones y compresas como únicas alternativas, hemos podido (re)descubrir la copa menstrual.
Y digo redescubrir ya que, aunque mucha gente cree que se trata de un moderno y revolucionario artilugio, en realidad fue creada por Leona W. Chalmers, (actriz, inventora y autora), que la patentó y recomendó encarecidamente su uso allá por el año 1937. Ea.

Qué es la copa menstrual y cómo funciona
Ahora que ya conocemos su reciente origen, viene la pregunta del millón, ¿qué es la copa menstrual y cómo funciona?

Bien sencillo. Se trata de un método alternativo de recogida del sangrado que se introduce en la cavidad vaginal durante la menstruación. Gracias a su forma de campana, almacena el flujo sin necesidad de absorberlo. Debe extraerse de manera periódica (máximo 12 horas) para ser vaciada y enjuagada para volver a ser colocarla
Existen copas fabricadas con diferentes materiales (látex, silicona, plástico quirúrgico o TPE -elastómero termoplástico-) y tiene una vida útil muy larga: unos 10 años. Este último dato, es uno de los más interesantes para pensar en la copa como una opción tremendamente favorable para el medio ambiente.
¿Es la copa menstrual segura? ¿Conlleva riesgos su uso?
Aunque la copa menstrual es segura, su uso inadecuado puede provocar accidentes secundarios. Si aún te quedan dudas, ten en cuenta que la FDA (Food and Drugs Administration de Estados unidos de América) aprobó su uso. Y son muy exigentes. Por ello, está considerada como una solución sostenible para el manejo menstrual, económicamente asequible, y sin riesgos significativos de salud.
La relación de la copa menstrual con el síndrome de shock tóxico tiene un riesgo similar al derivado del uso de tampones, y su prevención se centra (igual que con los tampones) en limitar su uso a un máximo de ocho horas diarias.
Mi experiencia personal con la copa menstrual
No os voy a engañar. Al principio me costó cogerle el truco al “quita y pon” porque la primera copa que usé era muy dura, haciéndola muy poco flexible. De esto hace ya bastantes años, así que no recuerdo de qué material estaba hecha; además, si os soy sincera, duró muy poco en casa.
Sin embargo, a día de hoy, uso una copa muy blandita y cómoda (no diré la marca porque no me patrocina nadie), con una talla adecuada para mi (importantísimo). Es, simplemente, perfecta. En la actualidad existen multitud de opciones y materiales, así que es mucho más fácil dar con aquello que mejor te va.

Copas más o menos blandas, con aplicador, sin él, diversos tamaños, colores, materiales, incluso plegables. Las alternativas, hoy en día, son innumerables; incluso existen copas con las que puedes mantener relaciones sexuales.
Con total sinceridad, una vez que la sabes poner correctamente, es muy cómoda; ¡no la notas! Se pone como el aro vaginal (el método anticonceptivo que hay que doblar para introducirlo en vagina), y se quita de la misma manera. Bien puesta no tiene escapes. ¡Bajo mi punto de vista son todo ventajas! Es cierto que para gustos hay colores, pero también es cierto que para saber que no te gusta, al menos, hay que probarla.
>> Matrona Wellness, tu matrona en Avilés <<